En momentos donde el mundo demanda la solidaridad de todos y Cuba entra en el listado de naciones con presencia del COVID-19, la responsabilidad social se reparte. La circunstancia generada por la pandemia ha puesto a prueba a gobiernos, instituciones y empresas. Muchos emprendedores cubanos han respondido al reto de evitar la expansión del nuevo coronavirus poniendo su negocio a tono con las medidas que la situación demanda.
Ciudadanos, entre ellos emprendedores cubanos confeccionan y distribuyen nasobucos a la población
Esta actitud no representa una sorpresa, pues, desde hace varios años los emprendedores han dado muestra de los valores sociales con los que se han desarrollado sus negocios. Ya lo han demostrado antes con su implicación en la recuperación de los desastres ocasionados por el huracán Irma, el tornado que azotó La Habana en enero de 2019 y cuando adoptaron las medidas pertinentes ante el brote de cólera que también afectó a Cuba hace unos años.
En gran parte de estos negocios, de manera empírica o consiente, se aplican y desarrollan los postulados de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), una práctica empresarial que el Libro Verde, Comisión Europea define como “integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y ambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus interlocutores”, aunque desde nuestra práctica y para el contexto cubano, es interesante destacar que la RSE no se quede solo en el cumplimiento de la Ley, como sucede en muchos países de diferentes regiones del orbe.
Encontrar un espacio para hablar y trabajar en función de la RSE en la comunidad emprendedora ha sido un cuidadoso esfuerzo de 7 años, impulsado desde el Proyecto CubaEmprende y gestionado hoy desde su Programa OASIS. En esta búsqueda, se valoraron varias alternativas para la promoción de prácticas responsables en el contexto empresarial cubano, particularmente de los trabajadores por cuenta propia (TCP). En diferentes momentos de las investigaciones desarrolladas se revisaron un grupo de referentes que tributaron en la construcción, conceptual y metodológica, de una propuesta sobre RSE para los emprendimientos cubanos. Ellos fueron:
- Legislación cubana
- Norma ISO 26 000 sobre Responsabilidad Social,
- Libro Verde de la Comisión Europea,[1]
- Doctrina Social de la Iglesia Católica,[2]
- Guía para la Elaboración de Memorias de Sostenibilidad. Del Global Reporting Initiative (GRI),[3]
- Indicadores Ethos para Negocios Sustentables y Responsables. [4]
El resultado permitió una visión holística de una gestión empresarial conectada con su tiempo y sus espacios, visión en la cual conviven varios criterios que dejan a un lado lo antagónico y se entienden, se complementan.
Ser práctico permite obtener resultados, pero para ello, es necesario entender buenas prácticas y el conjunto de términos que orbita sobre las empresas que apuestan por una gestión con impactos positivos en sus diferentes entornos (interno y externo) y dimensiones (económica, social y ambiental). El debate fundamental sobre el compromiso social y ambiental de los negocios va en dirección de si se debe hablar de Empresas Sustentables[5] (Criterio que nos comparte el Instituto de Prosperidad Global IGP) o la de RSE (Criterio del Instituto de RSE Holanda (MVO Netherland). Ambas posturas se mueven en una lógica que va de la academia a la práctica, pues aun hoy se hace más sencillo, cercano y generalizado para la empresa hablar de RSE.
La RSE también convive con otros conceptos: economía social y solidaria[6], economía de comunión[7] o economía popular[8], los cuales se conectan con realidades y circunstancias diferentes, conviven entre sí y no necesariamente en detrimento una de otra.
Infografía de la serie En Post del Programa Oasis de sensibilización y promoción de la RSE en Cuba
En el caso cubano la RSE es cuestión de idiosincrasia, ese deseo que nos caracteriza por ayudar al otro. Aun cuando para muchos el propósito fundamental de desarrollar la RSE en los negocios pueda ser eliminar vulnerabilidades, algunos resultados muestran que es más probable aumentar los riesgos, sin embargo, los valores terminan por marcar la decisión de muchos emprendedores de aplicar la responsabilidad social en Cuba. La RSE ha estado más cercana a los emprendimientos cubanos, pues, la legislación vigente limita las posibilidades de asociación, por lo que mirar hacia formas sociales de empresas desde el trabajo por cuenta propia, no es posible o legal en este momento. El 2022, pudiera avizorar otro escenario, pero para el 2020 lo más cercano a la gestión colectiva desde el sector privado, sería los proyectos comunitarios o de desarrollo local, a los cuales habrá que dar mayor celeridad por parte de las autoridades, dado que en ellos recae su aprobación.
La RSE depende del emprendedor, en sus manos está la decisión de cómo llevar su empresa y es quien puede optar por una gestión más responsable. Los emprendedores cubanos han aprendido a llevar su negocio en poco tiempo, como resultado de la formación que nuestra sociedad ha sabido proveer, lo cual permite que las ideas y los conceptos puedan ser asimilados rápidamente. El emprendedor cubano seguramente estará dispuesto a aprender más y a desempeñarse en el escenario de una nueva ley de empresa, igual que ha sabido entender la importancia de una gestión con compromiso social, algo sobre lo cual los países más avanzados del orbe siguen sensibilizando. En Cuba nos ha tomado solo siete años consolidar una línea de trabajo sobre responsabilidad social en los emprendimientos privados y hoy, afortunadamente, la RSE no pasa inadvertida.
[1] Plantea como fomentar la responsabilidad social de las empresas a nivel europeo e internacional para aprovechar al máximo las experiencias existentes, fomentar el desarrollo de prácticas innovadoras, aumentar la transparencia e incrementar la fiabilidad de las evaluaciones y la validación.
[2] Doctrina Social de la Iglesia (DSI) es un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, política, económica, cultural, ecológica y de relaciones internacionales de la humanidad basados en el evangelio y en el magisterio de la iglesia católica.
[3]Constituido en 1997 como una iniciativa conjunta de la organización no gubernamental estadounidense CERES (Coalition for Environmentally Responsible Economies) y el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), con el objetivo de fomentar la calidad, el rigor y la utilidad de las memorias de sostenibilidad.
[4] Instituto Ethos de Empresa y Responsabilidad Social, en Brasil, es una organización no gubernanental creda en 1998, con la misión de movilizar, sencibilizar y ayudar a las empresas a administrar sus negocios en forma socialmente responsable. Ethos (del griego costubre y conducta)
[5] El concepto está relacionado con el de desarrollo sostenible —la forma de progreso que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas propias—, enfoque que postula una perspectiva holística, equilibrada e integrada del desarrollo.
[6] Forma de economía centrada en la protección social y la equidad, que conduce a la creación de empleos de calidad, crecimiento justo crecimiento de la democracia de base y el desarrollo sostenible donde es fundamental el rol de los gobiernos locales. Es un modo de hacer economía, organizando de manera asociada y o cooperativa la producción, distribución, circulación y consumo de bienes y servicios, no en base a la obtención de ganancias de forma individual, sino a la resolución de necesidades, buscando condiciones de vida de alta calidad para todos los que en ella participan, sus familiares y comunidades; a la vez que se establecen lazos sociales fraternales y solidarios, de forma autogestionaria y democracia en la participación en las decisiones, asumiendo con responsabilidad los recursos naturales y respeto a las generaciones futuras, sin explotación del trabajo ajeno. (Betancourt y Gómez, 2019)
[7] Plantea la existencia de una lógica de comportamiento económico que pone como centro y fin a las personas y sus necesidades; (especialmente a los más débiles y necesitados). Estos dos elementos se pueden ver en el comportamiento de la empresa frente a sus propios empleados, frente a la competencia, frente a la sociedad. La idea inspiradora de la Economía de Comunión fue la de hacer nacer empresas y polos industriales que produjeran ganancias en favor de quienes sufren necesidades.
[8] Se plantea la tesis de que la Economía Popular destaca el papel de las unidades económicas domésticas (familias, comunidades) y sus extensiones, bajo la misma lógica reproductiva (cooperativas, asociaciones, redes) y la masividad de su presencia en la demografía laboral, como mercado, como productores de bienes y servicios (alimentos, servicios financieros, turismo, transporte, vivienda,…) para el mercado y para el autoconsumo, y a través flujos esenciales para la economía como las remesas internacionales. (Coraggio, 2011)
Bibliografía
- Betancourt y Gómez (2019) Red Cubana de Economía Social y Solidaria – Responsabilidad Social Empresarial CIPS, La Habana, Cuba.
- Bruni, L., & Calvo, C. (2008). El precio de la gratuidad: Nuevos horizontes en la práctica económica. Buenos Aires: Editorial Ciudad Nueva.
- Bruni, L., & Zamagni, S. (comp.) (2009). Persona y comunión. Buenos Aires: Editorial Ciudad Nueva.
- Cecchini S. y A. Madariaga (2011). Programas de transferencias condicionadas: balance de la experiencia reciente en América Latina y el Caribe. Cuadernos de la CEPAL, 95. Santiago de Chile: CEPAL, Asdi.
- Coraggio (1993) Desarrollo Humano, economía popular y educación, Papeles del CEAAL Nro. 5, Santiago, 1993, a ser publicado en: Economía y Trabajo, Programa de Economía y Trabajo, Santiago
- Coraggio (2011): Economía social y solidaria. El trabajo antes que el capital, Ediciones Abya-Yala, Quito, Ecuador.
- Friedman, Milton (1970). The Social Responsibility of Business Is to Increase its Profits. En: The New York Times Magazine, September 13, 1970, 32-33, 122-126.
- Lubich, C. (2007). Economía de comunión: Historia y profecía. Buenos Aires: Editorial Ciudad Nueva.
- OIT (2012). El desafío de la promoción de empresas sostenibles en América Latina y el Caribe: un análisis regional comparativo. Lima, OIT/ACTEMP, Oficina Regional para América Latina y el Caribe, 2013. 104 p.